La virginidad secundaria es la decisión de abstenerse de la actividad sexual, empezando hoy y continuando hasta el día del matrimonio; es una oportunidad para empezar de nuevo. Tu virginidad física puede haberse perdido, pero la virginidad es más que un simple estado físico; es una actitud, una manera de pensar. Se manifiesta en la manera como tú te ves a tí mismo/a y a los demás.
La virginidad secundaria es un tiempo para cambiar los malos hábitos por los buenos y para cicatrizar heridas pasadas. Te permite purificarte y renovarte antes del matrimonio.
¿Por qué opta la gente por la virginidad secundaria?
Los jóvenes adultos dicen ...
"No me gustaba sentirme usada."
"Estábamos tan dedicados a las relaciones sexuales que nunca llegamos a ser amigos."
"Sólo porque cometí un error esto no quiere decir que tengo que seguir cometiendo el mismo error."
"Voy a esperar porque he herido a mucha gente y a mí mismo. Quiero mejorar mi vida por mi bien y el de mis futuros hijos."
Cinco pasos para ser virgen por segunda vez
1. Haz un firme compromiso de reservarte para el matrimonio de ahora en adelante, y cree firmemente que lo puedes hacer, porque ¡sí puedes!
2. Apártate de gente, lugares, cosas y situaciones que debilitan tu auto control. A veces la cosa más sana que podemos hacer es evitar estar con la gente que nos tienta.
3. Evita los abrazos intensos, los besos apasionados, y todo lo demás que te lleve a pensamientos y actos lujuriosos. Cualquier cosa más allá de un beso simple y breve puede rápidamente hacerse peligroso.
4. Encuentra medios que no sean físicos para demostrar tu amor y tu devoción.
5. Recuerda que cualquiera puede empezar de nuevo (inclusive tú). Si te concentras en el compromiso y la autodisciplina podrás controlar tus impulsos.
Puedes empezar de nuevo y ser libre otra vez...
Hoy puede ser para tí el comienzo de tu transformación espiritual. El Apóstol Pablo se refirió a esta clase de transformación cuando escribió a sus amigos cristianos de Corinto: "No os engañéis. Ni los impúdicos, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los codiciosos, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los tramposos heredarán el Reino de Dios. Y eso erais algunos de vosotros, pero fuisteis lavados, fuisteis santificados, fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios" (Corintios 6. 9-11).
Muchos corintios tenían graves pecados en su pasado, cambiaron su comportamiento y pidieron perdón a Dios. Fueron perdonados y transformados.
¿Cómo comenzar esta clase de transformación? No puedes hacerlo por tus propios medios, necesitas el poder de la gracia de Dios. ¿Y dónde puedes hallarlo? Pídelo. Así es de sencillo y de poderoso.
Es siempre posible empezar de nuevo con Dios, no importa cuál sea el pecado. El Dios que hizo el universo de la nada puede fácilmente tomar tu pasado y transformarlo en algo bello si tú le das permiso y lo dejas obrar, confiando en El. Todo comienza con la confesión de tus pecados, diciéndole a Dios que estás verdaderamente arrepentido y pidiéndole perdón.
Dios perdonará cualquier pecado, grande o pequeño. Todo lo que tienes que hacer es pedirle a El perdón con un corazón humilde y arrepentido y firmemente resuelto a no cometer más ese pecado.
¿Por qué no le pides perdón ahora mismo? (Si eres católico simplemente ve a confesarte y no te preocupes: los sacerdotes lo han oído todo y están ahí porque quieren ayudarte.) Háblale a Dios y tu transformación espiritual comenzará hoy mismo. Pídele a Jesús que te ayude, que te cambie y El comenzará a hacerlo inmediatamente. El te ama. El lavará tus heridas. El te perdonará y te llenará con su Espíritu y te convertirás en una nueva persona en Cristo.
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